En siete meses en Chile me he acostumbrado a muchas cosas: al ritmo de la vida, el lenguaje, la comida, la ciudad... pero hay algo a lo que creo que nunca nunca me acostumbraré y de hecho, espero que así sea.
Fue lo primero que me llamó la atención cuando salí a pasear por las calles de Santiago, recién llegada de España.
Había cientos de perros callejeros por todas partes. Casi todos perros grandes, algunos tumbados al sol, otros buscando comida en los basureros y otros simplemente paseando por las calles.
Perros callejeros, o perros "vagos" como son llamados en Chile |