Después de casi dos años en tierras chilenas, ya no hay tantas cosas que me sorprendan como antes.
Recuerdo cuando llegué todo era nuevo, había muchas cosas que no entendía o me hacían mucha gracia. Será que ya estoy adaptada a este país, o no, no lo sé, pero lo cierto es que ya lo veo casi todo normal. Bueno, todo no. Hay cosas que todavía me chocan, como por ejemplo la pasión de los chilenos por los karaokes. Esos bares a los que en España solo van viejos o algún grupo aislado de amigas borrachas que por hacer la gracia van a liarla a pegar alaridos y cantar canciones unos hits de Raphael, como "Mi gran noche". Sí, vale.
Pero no nos engañemos, nadie que esté pensando en salir de fiesta en España dice "oye tío, me apetece ir al karaoke a echarme unas rancheritas". NO.
Tienes tantos bares buenos, tienes taaaantas discotecas, chiringuitos, pubs, cafeterías... que a nadie se le ocurre ir a un karaoke. Vale, sí, hay alguno por ahí, para casos de extrema necesidad, como despedidas de soltera que salen mal, o alguna vez que tengas que salir con tus primos más jóvenes, pero ya está. Te alegra saber que está ahí, pero esperas no necesitarlo nunca, como las mascarillas de oxígeno de los aviones.
Bueno, contextualicemos. El tema es que en Santiago, el karaoke es lo máximo. No hay nada más guay o más cool. Sí. No hay uno ni dos, hay tropecientosmil karaokes repartidos por toda la Región Metropolitana y no están vacíos, no. Siempre están llenos de chilenos. Vas por Pionono buscando un buen bar donde tomarte una cerveza y tienes que ir sorteando los karaokes como si fueran cacas de perro en el camino. A veces están camuflados, parecen bares normales, entras, te pides una Escudo escuchando buena música y hablando con tus colegas y de repente un tipo enciende un micrófono y te da la feliz sorpresa. Invita a la gente a cantar y pedir canciones, y claro piensas, "¿quién narices va a querer cantar, o escuchar a nadie cantar si estamos aquí super a gusto tal y como estamos?". ¿Quién? Tres cuartas partes del bar, por lo menos. Sale tooodo el mundo a pedir canciones super motivados y a cantar.
Y lo peor, es que la gente canta en serio. Me explico. Las pocas veces que he ido a un karaoke en mi vida ha sido para hacer el canelo, como el 95% de la gente que en España pisa esos sitios, pero aquí no. Aquí la gente se esfuerza por dar un concierto en condiciones. Salen motivadísimos, solos o con amigos que hacen los coros, pero en plan competición. Aun así la inmensa mayoría mete unos gallos tremendos y entona cual almeja. Pero la motivación por hacerlo bien es máxima. Yo creo que hasta entrenan en sus casas, en serio. Eso precisamente lo hace más triste, porque no puedes ir a reirte de alguien cuando ves que no está de coña, sino que intenta hacerlo bien y cree que lo hace. Tienes que esforzarte por aparentar normalidad, e incluso animarles.
Es como cuando sales a bailar y tienes una amiga que tiene menos ritmo que un desfile de cojos y aun así se esfuerza por parecer Beyoncé. No tía, tienes que conocer tus limitaciones. No te esfuerces tanto, haz el tonto y disfruta, no pasa nada.
Pues así es en Chile. La peña se reune con intención de salir un sábado por la noche al karaoke a cantar en plan Operación Triunfo. Claro, hay gente que canta bien, sí, pero no nos engañemos, es un porcentaje muy bajo. La mayoría están en nivel ducha. No es cosa de nacionalidad, sino de estadística. Si no, todos seríamos Freddy Mercury, y no. Es lo que toca, búsquense otra habilidad y no den más el coñazo.
Puede que la rara sea yo, no te digo que no tenga un trauma con la gente que canta mal y se cree Pavarotti. No soporto programas como "La Voz", lo paso mal viendo a la gente quedar mal delante del público. Vergüenza ajena se llama. Tampoco aguanto a los cansinos que se suben en el autobús urbano a hora punta a cantarte en la oreja mientras tu tratas de no morir aplastada. Y qué me decís de los típicos mariachis que cuando estás comiendo felizmente en un restaurante con tu familia o tu pareja aparecen aporreando un ukelele. Por favor, vale ya. Dejemos la música a los profesionales de verdad.
Chilenos, por favor, más bares de verdad y menos karaokes.
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